Reconocer, escuchar, respetar las señales de tu cuerpo es una manera de saber lo que tu cuerpo necesita. ¿Alguna vez habías escuchado esto? ¿Te has percatado que en muchas ocasiones tienes “antojo” de un alimento o platillo en especial y no desaparece hasta que lo satisfaces? De esto se trata la alimentación intuitiva y lo explicaré a continuación.
En este mundo donde es de lo más normal “estar a dieta”, hemos perdido la capacidad de reconocer las señales de hambre y saciedad que el cuerpo nos da. Todos somos comedores intuitivos desde que nacemos, tan fácil como que un bebé llora cuando tiene hambre; sin embargo, conforme crecemos esta capacidad se va perdiendo, por ejemplo, en la infancia es común escuchar “si no te lo terminas no hay postre”, en la adolescencia y con toda la información disponible alrededor de la alimentación, la restricción por ciertos grupos de alimentos, preferencia por los alimentos de moda… comienza a aparecer. Es en estos momentos cuando la capacidad de reconocer las señales de hambre y saciedad se pierde.
Ante la presencia de un TCA (Trastorno de la Conducta Alimentaria), es importante tener en cuenta que la capacidad de reconocer esta señalización se ha perdido por la restricción o ingesta excesiva de alimentos; recuperarla no es tarea fácil, se necesita de paciencia e interés por parte del paciente. Es aquí donde el trabajo interdisciplinario toma un papel muy importante.
La alimentación intuitiva te da la oportunidad, de reconectar con las sensaciones de hambre y saciedad, con las necesidades de tu cuerpo de algún nutrimento en específico, con la tranquilidad de que comer no es algo extraño o malo como nos lo han querido mostrar, de respetar tu cuerpo.
El comer de manera intuitiva implica el tomar consciencia de qué comemos, por qué lo elegimos y estar presentes al momento de realizar el acto. Muchas veces al momento de comer nos encontramos realizado otra actividad, esa “interferencia” impide que reconozcamos las señales que nuestro cuerpo desea comunicarnos o que realicemos elecciones que no satisfacen nuestras necesidades.
Reconocer que la comida puede acompañarnos en ciertas emociones o situaciones es un gran paso para comer de manera intuitiva pues de esta manera podemos nutrir nuestro cuerpo y nuestros sentimientos; al hacerlo dejamos de lado el juicio moral que podemos hacer o tener hacia cierto tipo de alimentos o platillos; reconocer que la comida es comida es una manera de respetar lo que comemos y nuestras necesidades sin cuestionarlo pues hay que recordar que el sentir hambre es parte de nuestro instinto de supervivencia lo que conlleva a que nuestras elecciones de alimentos serán acorde a nuestras necesidades.
Podría parecer que al comer de manera intuitiva no podremos parar de hacerlo o que nuestras elecciones podrían perjudicar nuestra salud sin embargo es importante tener presente que el tomar consciencia del acto utilizando todos nuestros sentidos nos permitirá saciar nuestras necesidades por lo que no existe una razón para “no poder parar”. ¿Te ha sucedido que comes tu platillo preferido y no lo disfrutas tanto como tu lo esperabas? El que en muchas ocasiones comamos de manera “automática” hace que suceda esto. ¿Qué pasaría si te detienes a observar tu platillo, percibir su aroma, sentir su textura y saborearlo? e incluso ¿Qué pasaría si te involucraras en la compra de los ingredientes y preparación del platillo? Seguramente la experiencia de comerlo sería algo que te saciaría de manera física y emocional.
La alimentación intuitiva permitirá que integremos el instinto, la emoción y el pensamiento racional. Es importante reconocer que como seres humanos necesitamos de ciertos nutrimentos para que procesos bioquímicos y fisiológicos puedan ocurrir y estemos vivos, sin embargo no hay que olvidar que el placer, las emociones y la satisfacción también tienen un papel importante en nuestra vida.
El realizar este proceso acompañado de un profesional de la salud es importante; no hay motivo para dejarse ir a los extremos de elegir o restringir cierto tipo de alimentos.