Ninguna persona está preparada para escuchar que su hijo tiene una enfermedad que atenta contra su vida.
Por ejemplo: Cero Positivo, Sida, cualquier enfermedad congénita degenerativa, trastornos alimentarios, toxicomanías, cáncer, lupus, etc,
Esto resulta abrumador para cualquier familia. Algunos padres reaccionan con incredulidad- Es una reacción muy común pensar: “Esto no puede estar sucediéndome a mí” hasta que poco a poco se asimila la realidad y entonces surge el miedo, la ansiedad, la culpa, el enojo, la tristeza, la depresión… cada familia responderá según las herramientas internas de la que disponga, según su propia historia, según su experiencia de vida y según la relación que lo ligue con el enfermo y con el nivel de gravedad de que se trate la enfermedad del hijo o hija
En ocasiones, según sea el tipo de vínculo de la pareja parental, tenderán a culpabilizarse uno al otro, buscando la posibilidad de los lazos hereditarios en las familias de origen de cada uno de los cónyuges.
O por el contrario se cohesionarán como pareja, uniéndose para afrontar el diagnóstico, como un mal externo que tiende a formar un equipo de padres contra el destino que les deparó esa terrible enfermedad.
Es aconsejable que se apoyen en los amigos y familiares cercanos, para que les ayuden a llevar la pesada carga, tanto emocional, como económica, carga que se presenta casi siempre en este tipo de enfermedades imprevistas.
Asimismo, es importante que estudien todo lo que puedan, lo relativo a la enfermedad de que se trate, con el objeto de coadyuvar con el o los médicos tratantes.
Es importante también pedir una segunda opinión, si así lo juzgan pertinente, pues muchas veces se reafirma el diagnóstico, o bien se abren otras posibilidades.
Para paliar la angustia u otra emoción que disturbe la cotidianeidad de los integrantes de la pareja o de la familia, es aconsejable buscar ayuda psicológica, ya que situaciones como esta, desbordan el nivel tolerable de ansiedad de cualquier ser humano.
Existen grupos terapéuticos de padres que están pasando por la misma situación, con los que es factible comunicarse para buscar apoyo emocional.
Este tipo de acontecimientos marcan cambios en el día a día de la vida cotidiana de las familias, por lo que hay que replantear las actividades de una forma adecuada, tomando en cuenta no solo al enfermo, sino también a sus hermanos, para evitar lo que sucede muy frecuentemente y es que se sienten desplazados. Posiblemente pudieran incluirlos en el plan de abordaje terapéutico de su hermano o hermana, para que comprendan la enfermedad y se sientan útiles al poder brindar ayuda.
Hay que tener en cuenta que hoy en día, gracias al adelanto de la ciencia médica, tanto el cáncer, como el sida, son curables dependiendo de múltiples factores.
Cuando los pacientes y sus familiares logran superar una de estas enfermedades, que en ocasiones ni siquiera pueden poner en palabras, se puede decir que aquilatan en mucho la vida.