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1 junio, 2022No cabe duda que cuando una persona busca tratamiento para algún tipo de trastorno de la conducta alimentaria lo que se busca es la recuperación. Sin embargo, el camino a un mejor momento en la vida de dichas personas no constará del mismo recorrido.
Cuando pensamos en la recuperación en este tipo de trastornos solemos pensar de manera inmediata en el restablecimiento del estado físico y/o la eliminación de ciertas conductas, principalmente la recuperación del peso y el abandono de conductas compensatorias, como el vómito, purgas o ejercicio excesivo.
Estas expectativas están más presentes en muchas ocasiones en las personas que cuidan a las pacientes, sobretodo en los padres de adolescentes, que preocupados por el bienestar de sus hijas, centran sus expectativas en aquellas condiciones que son más visibles y objetivas de evaluar.
Sin embargo, es relevante tener en cuenta que la recuperación de un trastorno de la alimentación varía para cada persona. No solo se trata de recuperar ciertos índices físicos, sino de establecer cuál es el camino y la forma en que esto es posible para cada paciente.
Sabemos que los trastornos de la conducta alimentaria están anclados en varias esferas de la vida de quien los padece y es necesario comprender cuál es el papel que cumple para cada una de ellas antes de imponer una serie de parámetros como objetivos únicos a los cuales la persona debe llegar para considerar que se ha recuperado.
Esto solo se puede lograr a partir de una escucha amplia del malestar de las pacientes. Lo cual quiere decir que debemos ir más allá de lo evidente, incluso de aquello que se puede medir, para comprender el camino que ellas, en lo individual, deben seguir para alcanzar su posible recuperación.
Es un trabajo arduo, tanto para las pacientes, sus familiares y para los profesionales que trabajamos con ellos. Es un camino en constante construcción que nos lleva a plantear cuál es el mejor sendero para cada paciente. De esta manera, los parámetros físicos, que siempre están en la mira de la recuperación, se insertan de una manera singular en cada tratamiento.
No todas las pacientes cuentan con los mismos recursos emocionales para conseguirlo, es por ello que respetar el ritmo en que pueden lograrlo resulta estratégico para obtener un buen apego al tratamiento. Esto requiere un acercamiento y comunicación continuo con los familiares y personas que están a cargo de su cuidado.