No siempre es un Trastornos de la Conducta Alimentaria, pero se parece.
Con frecuencia llegan padres con la preocupación de que sus hijos puedan estar sufriendo un trastorno alimentario, sin embargo, al realizar la valoración nutricional y evaluar los hábitos dietéticos y antropométricos no se encuentran indicios, pero se encuentran conductas de riesgo que pueden derivar en un Trastorno. El término conductas alimentarias de riesgo (CAR) es utilizado para designar un “síndrome parcial” o “subclínico” de los cuadros que caracterizan a los trastornos de conducta alimentaria (TCA) la diferencia entre las Conductas Alimentarias de Riesgo y los Trastornos de la Conducta Alimentaria radica en la frecuencia y la duración, ya que en los segundos las manifestaciones o conductas alimentarias nocivas son más repetitivas y permanentes. Por tanto, se entiende que las CAR pueden, en caso de volverse crónicas y agudas, desencadenar en un posterior diagnóstico de TCA. (Ivan Caldera Zamora, Predictores de conductas de riesgo alimentarias en estudiantes de bachillerato., 2019)
Enlistamos algunas de las Conductas Alimentarias de Riesgo más comunes:
Todas vinculadas con el deseo de adelgazar.
La adolescencia es una etapa en la que la imagen corporal es importante y es aquí en donde algunas de estas conductas pueden surgir, sin embargo, existen algunos factores de riesgo para que se conviertan en un Trastorno de la Conducta Alimentaria, como son: las mujeres tienen el doble de posibilidad de padecer un trastorno de la alimentación, críticas familiares relacionadas al peso corporal, deportes en donde el peso es determinante. Por lo anterior, es recomendable que la familia forme hábitos saludables desde la infancia y evite el uso de dietas restrictivas y frecuentes que fomenten conductas nocivas.
El estar en contacto con los adolescentes, escuchar cómo se refieren a su cuerpo y al de los demás y sobre todo estar conscientes de que el actuar a tiempo puede hacer la diferencia en un padecimiento de este tipo.