El día de las madres del 2020 será para recordarlo. Atravesado por la pandemia, las familias verán sus planes de celebración alterados por la campaña de sana distancia. ¿Cuantas comidas, desayunos, y pasteles se compartirán en videollamadas? Cuántas otras familias no resistirán la tradición de reunirse y celebrar una figura tan relevante para la sociedad mexicana, a pesar de las indicaciones gubernamentales, que incluso recomiendan posponer la celebración del día de la madre al 10 de Julio.
Lo cierto es que ocurrirán las dos cosas. Y también como se ha dicho antes, lo que hace característico a este 10 de mayo, es que el COVID-19 y las estrategias para cuidarnos, tienen un efecto muy particular en las madres.
Hay una reflexión que se deriva de la coyuntura entre el paro del 9 de marzo y la cuarentena que se estableció un par de semanas después. El paro apelaba a hacer visible lo invisible, el valor del trabajo de las mujeres en diferentes áreas, y a como su ausencia tendría costos insospechados.
Con el establecimiento de un encierro necesario para controlar la epidemia, el trabajo de las mujeres, principalmente el de las madres, se ha presentado como esencial.
En la mayoría de los hogares, la presencia de una mujer, es la que ha podido organizar las respuestas para las demandas de esta nueva y extraña situación. En los días de confinamiento se han de dar salida a las labores de la casa, preparación de los alimentos, organización de las actividades de los hijos, tanto recreativas como académicas, además de cumplir con las jornadas laborales y otros compromisos ineludibles. Y a esto hay que añadir la posibilidad de que exista la necesidad, no sólo de llevar a cabo las recomendaciones de higiene, sino la de cuidar a una persona enferma dentro de casa, ya sea de COVID-19 u otras enfermedades. La carga del cuidado emocional de las personas recae comúnmente en las mujeres, trabajo que las condiciones de confinamiento ha recrudecido, por las dificultades de la convivencia familiar y los propios efectos emocionales que tiene el no poder salir de casa.
Las redes sociales no han dejado de reaccionar a esto con memes y publicaciones que muestran como la romantización de la cuarentena no representa de manera adecuada la situación de todas las madres. La romantización de esta situación hace alarde de las posibilidades que el encierro podría presentar para las personas en términos de disposición de su tiempo para poder hacer diferentes actividades, especialmente aquellas para las que no se disponía tiempo antes de los meses del corona virus. Pero no todas las personas han podido dejar el trabajo para quedarse en casa, por la precariedad de su situación y muchas que han podido dejarlo o trasladarlo a su casa en modalidades remotas, se han tenido que enfrentar a los retos que implica realizarlo.
Las alteraciones que la contingencia ha provocado en la vida de las personas, y la carga de trabajo extra dentro de casa, tienen efectos en la relación que las madres tienen con sus hijos. No podemos generalizarlos ya que en cada caso los resultados serán singulares, pero sin duda presentes en cada uno. Algunos podrán cargarse hacia el estrés y el malestar, así como otros a la posibilidad de mejores encuentros.
El 10 de mayo de este año es entonces una oportunidad más para celebrar la posibilidad de reflexionar sobre la situación particular en la que la vida de las diferentes personas transcurren en nuestra sociedad y de qué manera hacen marcas para cada uno de nosotros.