El hambre es una sensación en el cuerpo que es percibida y reconocida por el cerebro-mente e indica que hay que comer por necesidad fisiológica.
El hambre se produce por diferentes sustancias y estímulos que llegan a nuestro cerebro. Activa señales para que en la persona que la siente haga lo necesario para satisfacer esa necesidad que su cuerpo le demanda.
Como ejemplo, antes de plantear una idea, pensemos lo siguiente. Hay 2 tipos de anorexia:
-Mental: cuando hay integridad en el cuerpo y en el cerebro, pero la persona no come.
-Fisiológica: cuando hay alguna alteración, principalmente en los núcleos de saciedad o hambre en el cerebro, por alguna causa médica, y el no comer se entiende por ese problema biológico.
Ahora quiero preguntarte lector: ¿habrá un hambre física-biológica-corporal-cerebral?, que contraste con un hambre que tenga su origen en un problema mental que dé una respuesta corporal y que haga que la gente sienta hambre a pesar de no tener que sentirla, o sea, un hambre psicopatológica o psiquiátrica.
La obesidad es un problema cada vez más común en nuestro país y en el mundo. Probablemente haya muchas alteraciones en la biología del hambre, la saciedad, el apetito y el balance energético.
Mi experiencia en el tratamiento, seguimiento y estudio de las personas que padecen obesidad me ha mostrado que tras de ella hay muchas alteraciones cognitivas, sensopercepciones alteradas y un casi nulo registro de lo que implica introducir comida en la boca y tragarla.
La obesidad ha estado presente como tema en los libros de psiquiatría por lo menos desde inicios del siglo XXI, sin embargo, aún no hay una decisión de incluirla en los trastornos mentales. Lo anterior nos lleva a una importante pregunta: ¿es acaso la obesidad, en algunos casos, consecuencia de un trastorno psiquiátrico? Solo a través del tiempo y mediante estudios se contestará esta pregunta.