El suicidio es un tema delicado
El tema del suicidio ha ocupado un lugar inusual en la narrativa de los medios y en las redes sociales. La causa fue la noticia del suicidio de Anthony Bourdain, una figura representativa de la cultura pop gastronómica. Unos días previos, la muerte de Kate Spade, diseñadora e influencer en el espectro mundial actual, quien también habría muerto de la misma causa. Al igual que la de la psicóloga Inés Zorreguieta, hermana de la reina de Holanda. La coincidencia no sólo es temporal, su causa lo es más y es el punto en donde nos interesa reflexionar acerca de algunas ideas alrededor del trato del tema del suicidio que se ha dado en notas y artículos noticiosos o en comentarios y discusiones extensas en las redes en el mundo entero. Sea por estas fatales y lamentables muertes, por las anónimas, por una serie de televisión para adolescentes, porque vivimos en una época en donde las crisis de toda índole ponen a prueba los bordes y estructuras subjetivas de las personas. No es tema menor, reflexionar sobre ello.
Poner en evidencia y cuestionar las
formas de enfocar el tema es lo que nos ocupa en estas siguientes líneas:
- Lo primero que quisiéramos
destacar es el que suicidio es un tema delicado y que puede tener múltiples
causas.
- La narrativa que se
encuentra en el entorno social y mediático, gira alrededor de una especie de
asombro o sorpresa que esto le suceda a personas que estarían colocadas en un
lugar privilegiado, ideal. Una expresión resume esto: “¿En serio, se
suicidaron? Cuando se supone que lo tenían todo”.
- Parecería que el éxito, la
belleza, la fama, el encanto personal, el reconocimiento o el dinero deberían
ser causales suficientes para que un sujeto no pudiera ser susceptible de estar
en una condición que lo llevara a un acto suicida. Bajo estos razonamientos,
aquellos que no poseen estas condiciones deberían estar más cercanos a
padecerlo. Lógica por demás discriminatoria y desconocedora del problema de
fondo.
- El recurso posterior es
hablar sobre la depresión y el reclamo hacia el entorno de las personas de no
darse cuenta de lo que podría sucederles. Se genera una especie de tribunal de
lo correcto y lo incorrecto. En estos términos los estigmas acerca de las
enfermedades mentales, la depresión, el uso de tratamientos farmacológicos, la
psicoterapias, etc. forman parte de la discusión.
- “Nadie se lo explica”,
resume otro punto de análisis que converge ante el suicidio, más ante personajes
conocidos. El recurso es enfocarlo como un problema social relacionado con la
salud pública, con trastornos mentales, y se crean categorías basadas en
conductas y comportamientos que justifican las “personalidades suicidas”. Se
convoca a los expertos, psiquiatras, psicólogos o especialistas que son los
autorizados para hablar sobre el tema, ante lo inexplicable, lo que deja sin
palabras, ante la muerte y el acto suicida.
- Surgen datos estadísticos
y grupos vulnerables, relaciones con otros problemáticas, como las drogas,
etc., para poder tratar de discernir un campo racional y de entendimiento, uno
prevenible.
- La idea de tratar al
suicidio como algo objetivable presupone un para todos, sin distinción.
Reiteramos, el suicidio es un tema delicado, que puede tener múltiples causas.
Que no está alejado de ninguna condición particular. Lo que no quiere decir que
en esfuerzos desde lo público y lo privado, se tenga que seguir trabajando en
ello.
- Desde lo singular, la
encrucijada subjetiva y particular para llegar allí, a cometer un acto suicida
fallido o consumado, es complicada de descifrar, es algo más complejo que un
problema de salud pública a prevenir, o una condición que sólo implica encontrar
indicios que prueben que los seres humanos, sólo por ello, estaríamos empujados
hacia la vida y la construcción. Cuando lo que encontramos en el centro de lo
humano, también es la autodestrucción. ¿No está esto en el núcleo de los
síntomas de diversa índole, las anorexias, las toxicomanías, la violencia, las
autoagresiones? Las guerras, las masacres, las violaciones de los derechos
humanos, las muertes, asesinatos, etc., marcan también en la historia de la
humanidad, esta condición. Suponer que los seres humanos son buenos y que
quieren la vida, sólo por ello, rompe precisamente con las posibilidades de
escuchar y entender que la pulsión de muerte, coexiste junto con la vida. Lo
contrario, posibilita hacer otra cosa, encontrar otras salidas hacia la vida.
- Las causas por las que
alguien decida rechazar la vida, son particulares, competen a una encrucijada
muy singular. Lo que no quiere decir que podamos pensar en relacionarlas con
momentos de crisis, por ejemplo, la crisis económica y social tiene importantes
efectos en los sujetos: quedarse sin empleo, sufrir un desahucio, lazos
afectivos rotos, u otras circunstancias similares, pueden ser los detonantes
del encuentro con algo difícil de afrontar que empuje al sujeto a lo peor.
- Frente a la pregunta de
cómo alguien que parecería tenerlo todo se suicidó. Podemos pensar en los
momentos que vivimos precisamente. Estamos en una época del empuje hacia el
placer pleno, con la oferta ilusoria de que todo se puede, sobre todo al nivel
de la satisfacción. El que todo lo tiene, todo lo puede. Sin impedimentos y
frustraciones. La era de la adicción generalizada. Como esto no es posible, los
sujetos se ven invadidos o sin recursos internos para hacerle frente a esta
modalidad de vida. Esto arrasa y aplasta la posibilidad de que algo falte, siendo
esto lo que pone un freno a lo ilimitado. ¿Por qué? Porque el deseo, que algo
falte, limita y orienta la vida en una búsqueda, establece metas y proyectos y genera
las posibilidades del amor, del amor y el arraigo a la vida.