Las estadísticas nos hablan de una marcada diferencia, las mujeres son quienes más padecen de síntomas alimentarios, la experiencia clínica también lo avala, la relación es de 8 a 2, aproximadamente. Y en aquellos hombres que presentan estos síntomas, la anorexia o la bulimia aparece como posible respuesta frente a la sexualidad y la identificación, es decir, lo femenino tiene también un papel crucial.
Una primera línea explicativa corresponde a la incidencia del discurso social sobre cada uno de nosotros, sobre nuestros cuerpos y que en los últimos años ha impulsado la importancia del cuerpo delgado como imagen fundamental del ser femenino. Presentarse delgada y esbelta es una cuestión primordial, a veces de vida o muerte porque significa el ajuste del cuerpo al ideal de la femineidad trasmitido por lo social y cultural. Las imágenes que inundan las pantallas consiguen solidificar esta especie de epidemia.
El aumento del fenómeno anoréxico en las mujeres jóvenes subraya el efecto de la valorización realizada por la opinión pública, (en particular de la industria de la moda, de los medios y de la imagen) del ideal de la delgadez como ideal compartido, en particular en la mujer, que convierte la anorexia-bulimia en un verdadero «síndrome cultural». Es además, una exigencia para ser feliz. Cabe decir, que la anorexia ha existido desde mucho tiempo atrás, encontramos las referencias en historiales médicos, antropológicos, sociales, etc. Freud habla de ella en sus primeros estudios de casos, sin embargo, en estos tiempos la incidencia del discurso del Otro en los cuerpos tiene estos efectos y muchos otros, se trata del peso del impacto de lo social que colectiviza a los individuos.
Aunque este análisis que responde a la pregunta desde una perspectiva social es fundamental pues no podemos negar estas condiciones en el mundo contemporáneo también es insuficiente para explicar la causalidad compleja de la anorexia y la bulimia.
¿En qué sentido? En el que no considera la posición de cada sujeto como tal, no todas las mujeres que forman parte de este entramado social y también reciben estas marcas, responden con síntomas anoréxicos-bulímicos. Lo que ayudará a despejar esta pregunta está el terreno de la configuración de la sexualidad y los complejos caminos de subjetivación de los sujetos.
Es importante partir de la idea que el psicoanálisis establece una diferencia entre el cuerpo humano y el organismo, el cuerpo humano nada tiene de natural y predecible, se construye, nos hacemos de un cuerpo y en esos caminos pueden suceder muchas cosas. No es coincidencia que sea en la adolescencia donde aparezcan también de manera mayoritaria la anorexia y la bulimia, momento vital y de replanteamiento de las vicisitudes pulsionales durante la pubertad, con las dificultades por las transformaciones del cuerpo y a la reestructuración libidinal-pulsional que se entrelaza con los cambios físicos y biológicos.
Es un elemento determinante los aspectos diferenciales de la sexualidad femenina frente a la masculina. Durante la infancia, el niño se identifica al padre (de donde proviene el ideal del yo) proceso que se realiza con mayor facilidad, al colocar una distancia, un reparo, sobre la relación con lo materno. En el caso de la niña, se complejiza, pues de quien se obtiene el amor y la protección, el lugar materno, es al mismo tiempo de donde se obtienen los rasgos identificatorios de lo femenino, es decir, apartarse en el trayecto del Otro materno para lograr, digamos, la individuación, conlleva las complejas vicisitudes por la separación y en el narcisismo del sujeto.
En la adolescencia, cuando la joven se enfrenta a la dimensión de lo sexual y al enigma del lugar que ocupa en el deseo del otro, corre el riesgo de sentirse sumergida en una impotencia pues todavía está vinculada a la imagen materna y busca nuevamente su lugar en esa relación primordial.
Recalcati (2011), señala que la problemática anoréxico-bulímica indica la incidencia de este vínculo originario con el Otro materno en la estructura del sujeto, subrayando como el rasgo propio de la subjetivación femenina. Esta respuesta sintomática (en la anorexia o en la bulimia) sería entonces un intento de separación y al mismo tiempo de subversión. Intento que fracasa al poner en condiciones límites la demanda de amor y el cuerpo.
Bibliografía
Recalcati, M., (2011), La última cena: anorexia y bulimia, Ed. Del cifrado, Buenos Aires.