Empezaremos este artículo recordando la definición de la salud de S. Freud, como : “ la capacidad de amar y trabajar”
Definición que nos hace reflexionar acerca del lugar que el trabajo tiene para el ser humano, un lugar que va más allá del simple acto de ganar dinero ( que por supuesto importa y mucho) sino que va más allá porque tiende a realizar ideales y metas psicológicas y emocionales en las personas.
Sabemos que el trabajo constituye un factor vital para el ser humano, ya que las más de las veces es allí donde se pasa la mayor parte del día, pero en estos momentos, en que se encuentra truncada la presencia en los lugares donde se labora, lo que pasa a primer plano es la búsqueda de la permanencia en el trabajo, la aspiración de que las pequeñas empresas no quiebren y en otros casos más desesperados la supervivencia misma.
Por eso es tan importante revisar lo que ahora, en estos tiempos de pandemia, significa pensar que podemos perder el trabajo y el solo imaginarlo, causa angustia o estrés, en mayor o menor grado.
El estrés suele definirse como un estado de cansancio mental provocado por la exigencia de un rendimiento muy superior al soportable que suele provocar diversos trastornos físicos y mentales.
Y cuando, como ahora nos vemos inmersos en una crisis que nos envuelve a todos, es obvio que estamos rebasados en nuestras capacidades de lidiar con la angustia.
La capacidad de respuesta depende de varios factores, que van desde las herramientas internas con que cuenta cada individuo, hasta el tipo de trabajo que realiza y que hoy más que nunca hace que se visibilicen los estratos socio-económicos y socio-profesionales a los que pertenece cada persona inmersa en un grupo o gremio laboral.
Por lo tanto, no será la misma angustia la que padece un profesionista libre, que puede ejercer su trabajo en “home office”, que un trabajador que, si no sale a vender su mercancía, simplemente no come ese día.
La angustia, por lo tanto, tampoco será la misma, o a lo mejor sí, pero los medios para atenuarla serán distintos. Como dice el sabio proverbio: “las penas con pan son menos”
Es seguro que al término de este confinamiento, ya no seremos los mismos, al volver a nuestros lugares de trabajo, nuestra mirada, habrá mutado, veremos con otros ojos y con renovada energía a nuestro equipo de trabajo, y seguramente nuestro compromiso con nuestra labor estará más valorado, porque pensamos que a lo mejor ya no volveríamos a disfrutarlo nunca.