Aún está por definirse, lo que si nos queda claro es que la manera de percibir el mundo cambió y cambió radicalmente.
Podemos ubicar un antes y un después de la pandemia.
Para nosotros, los especialistas de la salud mental son claros y patentes los cambios que se han dado en la manera de escuchar a los pacientes. Acostumbrarnos a la escucha en línea ha implicado una ardua tarea.
Lo que hemos podido observar en nuestros pacientes es que la pandemia destapó síntomas que se encontraban reprimidos y otros los ha agudizado.
Algunos pacientes se sienten cómodos con el confinamiento, ya que, el estar encerrados, ha propiciado la necesidad de reflexionar acerca de lo que hacían antes y han detectado que muchas de sus actividades eran no tan necesarias, además de la dificultad para concentrarse en tareas que, de no dedicarles tiempo, se hubieran dejado de lado. Y además para algunos sujetos las relaciones con los otros resultan difíciles de manejar, ya que provocan ansiedad o simplemente les cuesta trabajo socializar y exponerse a la observación de los de afuera, ya sea por trabajo o por tratarse de actividades escolares.
En cambio, para otro grupo de personas, el estar en casa, les ha traído conflictos y malestar. Me refiero por ejemplo a los pacientes que tienen relaciones conflictivas con los seres con los cuales conviven. Casos como parejas que presentaban problemáticas ya antes de la pandemia y en el encierro forzoso, estas se agudizan y se llega inclusive a pensar en separaciones o divorcios. Lo mismo ocurre con las hijas adolescentes que presentan algún problema alimentario y que se ven obligadas a prescindir de las habituales salidas en las que comparten con sus pares y pueden evadir la observación cercana de sus padres.
Por otro lado, aquí en la ciudad de México, no se ha acabado la pandemia, no hemos pasado del semáforo naranja, por lo que no hemos llegado a vivenciar la llamada “nueva normalidad”. Hemos tenido que adaptarnos a los cambios que ha propiciado la aparición de este virus, del que sabemos poco y que ha penetrado en nuestro mundo hasta lo más íntimo, causando cambios que nos vienen de afuera y que no deseábamos transitar.
Podríamos decir entonces que no ha llegado la famosa “nueva normalidad”, pero si hemos tenido que adaptarnos a cambios que han trastocado nuestra usual forma de vivir, produciendo efectos variados que se han implantado en los hogares de nuestros pacientes y de nosotros mismos, dejando al descubierto la singularidad de cada persona,de cada familia, singularidad que quizás estaba oculta detrás de una forma de vivir que tendía a ocultar algo que se ha visibilizado, produciendo estupor y sorpresa, que nos obliga a echar mano de recursos interiores, muchas veces desconocidos o ignorados.