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15 abril, 2020La cuarentena: una pesadilla para alguien con desorden de alimentación
La experiencia social ante la presencia del coronavirus ha trastocado el ritmo de lo que conocíamos. Esto es para todos, con las diferencias en cada región, país, estrato social o cultural. Sin embargo, dependerá de cada armazón subjetivo y sus recursos para responder ante lo alterado del ritmo de vida que las medidas sanitarias nos imponen.
La cuarentena, el quédate en casa, o el aislamiento están siendo, hoy por hoy, la forma de organizarnos socialmente e individualmente para detener y aminorar la curva del contagio que abate al mundo globalizado. Que no implica que todos lo hagan, incluso que puedan. La detención de las actividades laborales, académicas, culturales, económicas impensadas en otros momentos, nos ha obligado a parar y tomar noción de nuestra propia fragilidad.
Y como no podría ser de otra manera, también en lo particular del trabajo que le concierne al equipo de TRIA, tomar decisiones en conjunto y llevar adelante los tratamientos con los recursos que tenemos a mano ha sido importante para responder a las consecuencias que este nuevo orden nos ha impuesto. Es por ello que implementamos medidas para atender y también analizar las vivencias actuales y las probables consecuencias en las personas que padecen un trastorno alimentario, estén en recuperación o no.
Hay dos condiciones significativas en ese tipo de problemáticas, las relacionadas con el cuerpo y el vínculo con los otros y aunque el caso por caso es realmente lo que escuchamos y atendemos, también nos parece importante delimitar algunos elementos dentro de dichas condiciones.
Pérdida de la rutina: el confinamiento en casa puede hacer que la estructura organizada fuera del tema de la alimentación, la ingesta y el peso, como lo pueden ser las actividades laborales, académicas, de aprendizaje y de espacios lúdicos, queden fuera, trastocando ese espacio de seguridad, de lazo social logrado.
Pérdida de control: las conductas rutinarias y estrictas son una forma de tratar de controlar aquello que esconden los síntomas alimentarios. La comida y sus tiempos, son terrenos en donde se juegan la dependencia y el decir “no”. Para algunas personas el hecho de tener que comer frente a otros, saberse observadas o no poder prepararse sus alimentos de manera autónoma, por ejemplo, pueden ser una gran fuente de ansiedad y conflicto, una verdadera pesadilla. El confinamiento en casa con la familia está alterando esa “organización” construida.
El ejercicio por ejemplo, también es usado como una manera de control de la ingesta, de hacer con el cuerpo, el gimnasio es un lugar en donde se juegan estas medidas. El no poder asistir por las actuales medidas, puede ser vivido también como una pérdida.
Otras personas que sufren de bulimia suelen tener poco abastecimiento de alimentos para evitar los atracones, en las actuales condiciones al tener suministros para evitar salir a comprar alimentos, conlleva una prueba también en esta época.
Aislamiento de los otros: puede ser como la doble cara de una moneda. Por un lado la cuarentena puede aumentar de por sí, el rechazo a los vínculos que un sujeto con trastornos alimentarios tiene, y expandir en silencio su sintomatología generando mayores restricciones, por ejemplo con la alimentación, y con los otros. La otra perspectiva es de aquellos que sí están conviviendo con sus familiares, que al compartir por ahora un mismo lugar, esto hace de límite y de puesta a prueba de un espacio personal y vincular, que por lo pronto no se puede abandonar.
Interrupción y cambio en el tratamiento. Una situación también presente es la posibilidad de interrumpir el tratamiento que para una persona con desorden de alimentación puede ponerla en riesgo, tomando en cuenta también que aquellas que padecen anorexia tienen consecuencias en su sistema inmune y que en el caso del coronavirus las pone dentro de los grupos vulnerables en el contagio.
Es importante darle continuidad a los tratamientos para hacerle frente a estas condiciones que hoy se presentan por la cuarentena y que han elevado las condiciones emocionales y sintomatológicas previas. El equipo multidisciplinario está haciendo uso de la tecnología y de diferentes estrategias que brinden la posibilidad de sostener cada proceso. En otros casos, este momento contingente puede ser el punto de decisión para atender y tratar un trastorno alimentario. Pues como está sucediendo en la actual experiencia clínica, algunos pacientes han logrado inventarse formas de estar en familia, de construir otras rutinas, de traspasar la angustia y de hacer de esta experiencia otra manera de enfrentar sus dificultades con el cuerpo y con la relación con los otros.