Un poco de frutos secos, cocoa, bacalao, pavo, romeritos, guayabas, tejocotes… son algunos de los ingredientes clave para las celebraciones decembrinas, sin embargo, aunque no se diga, cada año se recibe el mensaje de añadir una pizca de “culpa” a los platillos de esta temporada. Mensajes que instan a “cuidar lo que se come durante el día”, o “probar un poco de todos los platillos” cambian el sabor original de las cenas de esta temporada, restringen sus porciones y crean un sentimiento de frustración y culpabilidad si no se hace.
La Real Academia Española define culpa como la “acción u omisión que provoca un sentimiento de responsabilidad por un daño causado”. ¿En qué momento el acto de comer y disfrutar de los alimentos se ha convertido en algo dañino? Si bien durante esta temporada la mayoría de las reuniones se centran alrededor de los alimentos, el querer restringir el consumo de estos o sus porciones en un acto que impide disfrutar el sabor de esta época al crear un sentimiento de responsabilidad donde no se ha causado daño.
Es importante recordar que los alimentos además de nutrirnos y aportar energía tienen una función de convivencia y tradición. Por si solos, los alimentos, sus aromas y sabores son capaces de evocar y crear recuerdos. Existen platillos exclusivos de esta temporada debido a los ingredientes que se utilizan por lo cual es un acto normal el que nuestro cuerpo nos pida saborearlos e integrarlos a nuestra dieta de esta temporada.
El comer es un acto fisiológico, sentir hambre es parte de nuestra supervivencia y el disfrutar de los alimentos y verlos como un medio de socialización es lo que puede distinguir al ser humano del resto de los mamíferos. No es sólo el acto de ingerirlos, es la compra, preparación y gozo que va alrededor de ellos.
El evitar añadir esa pizca de culpa a esta temporda, puede ser el inicio de ver a esta época como un momento de paz y tranquilidad en tu relación con la comida, un momento de convivencia y de tradición. No se está causando daño por comer y convivir, el daño es el sentir que se está haciendo algo que no es avalado por la sociedad en la que los estigmas de la cena decembrina y la ganancia de peso persisten. El querer contrarestar la fisiología de sentir hambre y el papel de los alimentos tanto en el aporte energético como en su función social ocasionará malestar e incomodidad física y mental.
BIBLIOGRAFÍA
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.4 en línea]. <https://dle.rae.es> [2 Diciembre 2020].