La leche materna es un fluido complejo que está formado por lípidos, proteínas, hidratos de carbono, vitaminas y factores inmunológicos. Es producida por la glándula mamaria de la mujer que, a diferencia de otros órganos, tiene un desarrollo complejo después del nacimiento, especialmente durante la pubertad. En el caso de la mujer embarazada existe un proceso llamado lactogénesis que es el responsable de producir la leche materna.
El contenido celular de la leche depende de varios factores, como la etapa de la lactancia, el estado de salud de la madre y el bebé, etc., lo que hace que las características de la leche materna sean muy diferentes de una madre a otra y se vayan modificando para adecuarse a las necesidades de su bebé.
La leche materna contiene la cantidad de hidratos de carbono, proteínas y lípidos ideales para el bebé en cada etapa del crecimiento, incluso existe evidencia que dice que se adapta a las necesidades de acuerdo con el sexo del bebé.
En el caso de los factores inmunológicos existe una relación que indica un vínculo inmunológico entre la madre e hijo, el recién nacido tiene un sistema inmune inmaduro y está expuesto a gran cantidad de microorganismos extraños desde su nacimiento. El 90% de las infecciones que afectan a los seres humanos utiliza las mucosas como puerta de entrada, por lo que la capacidad inmuno moduladora que confiere la leche materna es de vital importancia desde el periodo neonatal a través de la alimentación al seno materno.
Las bacterias y los oliogosacáridos de la leche humana funcionan como prebióticos y contribuyen a que se establezca un microbiota saludable en el bebé.
Las bacterias de la madre ayudan a colonizar el intestino del bebé durante el parto y continúan a lo largo del periodo de lactancia, influyen desde las bacterias presentes en el pezón y la piel hasta las bacterias contenidas en la leche materna, todos estos microbios heredados desempeñan un papel muy importante en la salud del bebé, ya que enseñan al inmaduro sistema inmunitario a distinguir a los que serán sus aliados y enemigos bacterianos.
Esta es la razón principal por la que la lactancia materna puede actuar como un escudo protector para los lactantes y recién nacidos en estos tiempos de pandemia. Es importante mantenernos al tanto sobre las medidas precautorias en caso de un contagio de la madre para evitar el contagio hacia el bebé y en este punto aunque la investigación aun no es suficiente no existe evidencia de que el virus pueda pasar a través de la placenta en el caso de las mujeres embarazadas ni a través de la leche materna en el caso de la lactancia y si son muchos los beneficios que se pueden obtener sobre todo como un factor protector para el recién nacido. (Belén, 2009)
En caso de que la madre llegara a contagiarse de COVID 19, si está en posibilidades de amamantar, se sugiere lavarse las manos antes y utilizar cubrebocas cuando este con el bebé, ya que el virus se trasmite a través de pequeñas gotas de saliva de la madre al bebé. Y si no se puede estar en contacto con el bebé se sugiere utilizar un extractor y ofrecer la leche materna en biberón.