Como muchos establecimientos, el 23 de marzo del 2020, TRIA decidió suspender las actividades presenciales.
En un principio, reinó el desconcierto ante un fenómeno insólito, nuevo, totalmente desconocido.
Poco sabíamos de qué se trataba este nuevo virus que llegó al mundo a cambiar la forma en la que hacíamos las cosas. Sin duda, una contingencia que nos ha afectado a todos, a cada uno de manera en particular.
El principal desafío al que nos enfrentamos, fue a la necesidad de trasladar nuestra consulta al mundo digital, probando y adaptándonos a diferentes plataformas. Un recurso que se usaba solo para emergencia, ahora se volvía cotidiano. No solo para la atención personal de nuestros pacientes, sino para llevar a cabo nuestras reuniones clínicas y de trabajo.
El confinamiento y sus consecuencias, nos obligó a dar una vuelta de 360 grados, poco a poco nos fuimos adaptando a esta llamada “nueva normalidad”, sujetos a la variedad de colores del semáforo y a la incierta llegada de las vacunas.
Hemos pasado de dudar sí nuestro trabajo podría sostenerse online, a ser testigos de como el “quedarse en casa” y “la sana distancia” comenzaron a funcionar como pivotes para las demandas de tratamiento que recibimos en TRIA. La sospecha de que el trabajo de la clínica podría suspenderse, pronto se borró. Ante nuestra pronta respuesta en las diferentes plataformas digitales y redes sociales, aquellas personas que necesitan nuestros servicios, pudieron recibirlo.
Nuestra normalidad no solo cambió en relación a la vivencia de las precauciones que hubo que tomar en relación a los posibles contagios, sino a las formas en que se fueron presentando los casos que recibimos. En los primeros meses, recibimos pacientes a las que el aislamiento y la convivencia forzada con otros, les provocó una crisis de un trastorno que ya existía. Poniendo a la vista, lo que antes podía ser ocultado. Pero para finales del 2020, las pacientes y familiares que recurrían a nosotros, se caracterizaban por apenas haber desarrollado el trastorno en la segunda mitad del año, trastornos con pocos meses de evolución, pero muy agudos.
Nuestra flexibilidad y prontitud en la forma en que fuimos recibiendo las indicaciones de las autoridades para seguir funcionando, nos permitió aprender y responder a lo que cada paciente necesitaba. En algunos casos las entrevistas presenciales eran indispensables, y se llevaron acabo con todas las medidas de precaución necesarias. En otras la consulta digital ha permitido llevar a cabo tratamientos de ya casi un año de duración. Y en medio de ello, hemos trabajado de manera combinada con varios pacientes, trabajando presencialmente y también en línea con bueno resultados.
El equipo de TRIA ha tenido que trasformarse a lo largo de este año de confinamiento, no sin angustia, y desafíos que seguimos resolviendo a cada día. Estamos agradecidos de haber podido continuar firmes en nuestro trabajo, enfrentando cada reto que se ha presentado: muestra de nuestro deseo decidido por realizar nuestro trabajo. Dando a cada caso la orientación que necesita en particular.