Cuando se inicia un tratamiento para darle solución a algún problema de salud (obesidad, anorexia, bulimia, etc.) que nos cause malestar, es importante tener claro que además de la adherencia a las indicaciones del especialista, es importante darle seguimiento al mismo. ¿Qué significa esto?
Desde el punto de vista de un nutriólogo, el seguimiento se refiere a las consultas subsecuentes a la valoración inicial. Después de que se obtuvieron datos clínicos, de laboratorio y dietéticos a través de la historia clínica, se hace un diagnóstico y una primera propuesta de tratamiento. En el 95% de los casos, se le solicita al paciente tener consultas de seguimiento para evaluar y ajustar las estrategias. Estas citas tienen diversos objetivos en beneficio del paciente y en este texto te compartimos la importancia de ellas en el tratamiento.
Para que este punto quede claro, ejemplificaré con una situación común. Cuando llega un paciente con el objetivo de disminuir grasa visceral (abdominal) se le presentan diversos escenarios. Basado en evidencia científica, perder el 10% brinda beneficios a la salud, pero conlleva tiempo y en el día a día puede generar frustración ya que no se ven resultados inmediatos. Si en el tratamiento se colocan objetivos para cada consulta, es mucho más sencillo y motivante evaluar los resultados.
Un tratamiento nutricional implica trabajar sobre un acto que realizamos todos los días y varias veces al día: comer. Además de ser instintivo, tiene componentes emocionales y sociales que lo impactan en el día a día. Por lo tanto, las consultas de seguimiento sirven para diseñar estrategias específicas para cada paciente. Por ejemplo, si se tienen compromisos sociales, los horarios de trabajo, gustos específicos, dinámica familiar, etc. Esto está pensado para que el paciente pueda sostener nuevos hábitos a largo plazo.
En un tratamiento nutricional, se tiene la creencia de que el único objetivo que evaluamos es el peso, y eso es un error. Centrarnos únicamente en evaluar resultados a través de la báscula eliminaría por completo todos los beneficios que el tratamiento puede brindar.
Sigamos con el ejemplo del paciente que quiere perder grasa; además de ver avances en la composición corporal en cada cita (o en unas sí y en otras no), seguramente también mejorará la digestión, notará que sueño es más reparador, que come más variado. Apuntar hacia eso demuestra un avance global, y no sólo de un número.
Cada paciente que nos visita es diferente, pero es común enfrentarnos a momentos complicados en el tratamiento. Esto puede ser por adaptaciones metabólicas y que los pacientes no observen resultados en la composición corporal, o por problemas emocionales que impidan su adherencia al tratamiento, ente otras. Contar la nutrióloga que evalúe avances, pero que además brinde soluciones es importante para sostener el progreso.
Un nutriólogo entrenado para el trabajo clínico (no todos los nutriólogos trabajan en esta área) tiene la capacidad y experiencia profesional de evaluar y diseñar soluciones personalizadas. El plan de alimentación que se dio en la primera cita no está planeado para que sea efectivo por siempre (eso es imposible de lograr), se deben hacer ajustes de acuerdo con las circunstancias y a los avances en el tratamiento. Solo un profesional de la nutrición puede hacer ajustes a sus tratamientos para notar evolución.
Recuerda que un tratamiento implica tiempo, y la solución a tu problema de salud no la encontrarás en una cita. Comprometerse con el tratamiento implica darle continuidad, y debe ser supervisado y modificado continuamente por el experto, que a su vez está comprometido con brindarte una atención ética y profesional.