La pregunta que me hago para escribir este artículo es:
¿Porqué atacan a los médic@s, enfermer@s y demás trabajadores de la salud que son los que más arriesgan sus vidas para salvar o intentar salvar las de tod@s nosotr@s?
Y por más que pienso e intento dar una respuesta, ninguna me satisface.
Se me ocurre que es el miedo el que hace que un ser humano temeroso de caer contagiado de coronavirus, al ver a alguien con uniforme que represente al otro, al extraño, en este caso el servicio médico, pierda el control e impulsivamente ataque a aquel que seguramente ha estado en contacto con algún enfermo, muy cerca del mal, de lo desconocido, y que se le agreda por pensar que oculta algo y que no soluciona de inmediato eso que seguramente sabe y encubre.
Pero hay otras causas que habría que señalar: los ataques se han dado contra el personal de salud de los hospitales: médicos y enfermeras, pero más concretamente contra las enfermeras que representan el hilo más débil de la cuerda. Y en particular en las salas de emergencia.
Pensamos que, amén de otras situaciones, se han suscitado ataques porque los familiares no pueden pasar a ver a su paciente, o porque al morir este, no se los entregan sino ya incinerado y como los protocolos de los hospitales no son muy claros y en muchas ocasiones tampoco se cuentan con los medios adecuados para dar cabida a los apacientes, los familiares buscan un culpable y lo encuentran, con mayor facilidad en los trabajadores de la salud, que han resultado lesionados en variadas ocasiones.
Y no solo dentro de los hospitales, sino también en la calle ya que en ocasiones los ven como portadores del virus y los rocían de cloro o no les permiten subir a los transportes públicos.
Para una mente vulnerada por el pánico, los prejuicios o la desinformación, el médico, con su bata blanca, o la enfermera en su uniforme, no solo simbolizan el sistema de salud y sus carencias, sino también la pandemia, sus peligros y los efectos económicos que acarrea.
Por lo tanto, resultan ser los sujetos idóneos para culpabilizar, para construirlos como otro, como enemigo peligroso.
En esta lucha contra el virus que ha puesto en estado de alerta al mundo entero, cada uno tenemos un lugar frente al mismo.
Habrá los que se encuentren blindados por poseer los medios para poder dejar de trabajar e irse a algún lugar lejos de las ciudades más contaminadas y ahí descansar al abrigo de una casa de campo bien equipada, donde poder leer o dedicarse a ver series en Netflix, o al hobby de su preferencia.
De ahí para abajo, en la escala socio- profesional, se deslizan los diferentes grupos con mayor o menor acercamiento a la línea de fuego en la que se encuentran los trabajadores de la salud , que laboran en los hospitales señalados para la atención del covid- 19.
Médic@s, enfermer@s, soldados de a pie, que dejan de ir a dormir a sus casas con el objeto de no llevar un posible contagio a sus familias y que sobreponiéndose a sus miedos atienden y cuidan a los miles de enfermos que día a día llegan a los hospitales en busca de ayuda.
Merecen todo nuestro respeto, admiración y apoyo. Hay que pensar que pasaría si no existieran personas que dedican su vida al servicio de los demás, antes de dirigir ataques contra ellos.