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La globalización y el acceso a la información ha roto las barreras, la alteración en cómo se concibe el tiempo, hoy en día, bajo el uso de las pantallas, los celulares y demás, y las fronteras, responden a la inmediatez, y a la percepción de una participación permanente de lo que ocurre en cualquier lugar, la tendencia en la homogeneidad impregna a los adolescentes de regiones distantes con estilos, modas, música, hábitos, con puntos de identificación que los iguala. Basta pensar en las repercusiones en los cuerpos, trastocados por ello.
Las turbulencias que experimentan tienen que ver con ese momento biológico puberal y que el paso a la adolescencia implica la subjetivación y representación de estos cambios, proceso nada sencillo, pero necesario.
El enigma de la adolescencia está colmado de lo que puede ser para un joven el enfrentarse a un mundo nuevo que adolece hoy en día de instrumentos para dar respuesta a los interrogantes de la vida. Es una edad decisiva, dado que en su salida al mundo, el adolescente va a encontrarse con los grandes interrogantes sobre el cuerpo, la sexualidad, la relación con los otros, así como también con una real dificultad para establecer las coordenadas que definen su ser.
Las manifestaciones sintomáticas de este momento son conocidas, y muchas de ellas conciernen al tratamiento que hacen los adolescentes de su cuerpo. Hay un despertar del cuerpo en tanto sexual, y dicho despertar está marcado por el desconocimiento, por la inquietud y por el no saber hacer; de ahí lo que se llama la crisis de la adolescencia, sus turbulencias.
Este cuerpo que es físico, sensorial, imaginario, y que también es hablado, es por consiguiente indisociable tanto del psiquismo como del encuentro incesante con los otros y del lazo social. El cuerpo se produce también desde una realidad cultural y no meramente “natural”. ¿Cuáles son las características del discurso social contemporáneo sobre el cuerpo? ¿Qué representa el cuerpo adolescente hoy para la cultura? ¿Cuáles son los propuestas identificatorias, los ideales y también aquello que no encaja en el ideal, o que queda por fuera de los discursos sociales en la actualidad?
En particular, el cuerpo como imagen ocupa un lugar tan central desde lo contemporáneo que llega a constituir un verdadero referente estético que opera a menudo como criterio clasificador y organizador fundamental de las relaciones afectivas y sociales. El ideal actual se basa en la imagen de un cuerpo estilizado, delgado, que hasta a veces diluye las diferencias sexuales y generacionales tanto como las singularidades corporales. Es evidente el lugar que esta situación juega en los trastornos alimentarios. El “control” corporal en torno a los ideales, que perciben y agobian, se encarna en la adolescente anoréxica, o en la dimensión desregulada y angustiante del atracón-purga, que no pueden alcanzar ese ideal.
En el trabajo con adolescentes y las problemáticas actuales que incluyen al cuerpo de modo central (las anorexias, las bulimias, las adicciones, las depresiones asentadas en lo corporal, etc.) será importante apostar por los espacios que brinden lugar a la palabra de aquello que no ha logrado tramitarse psíquicamente, para una reapropiación de la riqueza de la corporalidad no reductible a la imagen ni a la desregulación desencadenada.