La imagen personal, es para muchos la primera forma de evaluar a una persona.
Esta se construye manera compleja, y no depende únicamente de un factor o variable a lo largo de la vida y puede transformarse por muchas razones.
Cada momento histórico genera exigencias respecto a la imagen personal con características particulares. Y éstas no dejan de tener un efecto en el desarrollo de los sujetos.
La imagen personal, en coherencia a la época en la que vivimos hoy en día, se ha vuelto mercancía y moneda de cambio. El tratamiento de la imagen como una bien de consumo es incluso una profesión desde muchas áreas como la medicina, la farmacéutica, la cosmética, la estética, la moda, la psicología, la nutrición, el deporte, la espiritualidad, entre muchas otras.
Hay un dicho común “cómo te ven te tratan” que da cuenta del peso que socialmente se presta a aquello que se puede apreciar desde los sentidos. Digo sentidos, por que la imagen está conformada mucho mas allá de lo visual. Cuando alguien conoce a una persona, o convive cotidianamente con ella, es verdad que no solo se fija en su aspecto, sino en su comportamiento, su lenguaje, sus ideas, entre muchas otras cosas.
En nuestra época existe un imperativo de estar bien, felices, llenos de éxito. La idea central es que no nos falte, de ser posible, nada. La imagen corporal, es el medio perfecto para dar cuenta de eso ante los otros con los que compartimos los días.
Pero al mismo tiempo los mercados invitan a los sujetos a ser originales, auténticos, únicos, especiales, irrepetibles. ¡Claro! Mientras encajemos dentro de ciertos parámetros que acojan a las cadenas de consumo. Para tener el cabello largo debes usar un champú especial, para verte elegante y feliz comprar tales accesorios, y un coche para el éxito, cada mercado hará sus propias ofertas.
Pero la imagen corporal, personal, el cuerpo más allá de su función orgánica, es también algo de lo que sobra al sujeto para poder manifestar sus propias singularidades. En todos los sentidos, como un lienzo de maniobras contestatarias, como apuntalamiento de la personalidad, de las ambiciones o como un terreno donde pueden tratarse malestares a través de su excitación, su sufrimiento: por ejemplo, en el consumo de sustancias, o las síntomas anoréxico-bulímico, las autolesiones, entre otros usos que se le da al cuerpo.
Entonces, a la pregunta, de si la imagen es importante, diríamos que sí, lo es, y en muchos y diversos sentidos. Sin embargo, no solo por el cliché “tu imagen es tu carta de presentación”
Por ello, en el trabajo con sujetos con síntomas relacionados a la conducta alimentaria es fundamental no reducir su malestar a una problemática relacionada con la imagen corporal, como una respuesta a una feroz exigencia social sobre el cuerpo ideal. Dicha exigencia es una condición real en nuestro contexto, pero que se vincula con otros elementos para que se geste un trastorno como la anorexia, bulimia, o trastornos por atracón.