Te ofrecemos algunas orientaciones sobre qué hacer:
Con casi 16 años de experiencia trabajando con problemas de la alimentación, en Tria hemos identificado algunas formas en las que familiares, amigos o maestros, entre otros, que rodean a sujetos con estas problemáticas pueden ofrecer su ayuda y expresar su preocupación. Esto es de vital importancia dado que pocas veces las personas acuden a pedir ayuda por iniciativa propia, antes de que este tipo de padecimientos lleguen a momentos críticos.
En un primer momento, establecer una estrategia para acercarnos puede parecer innecesaria, pero resulta conveniente pensar en ella, porque en general los problemas de alimentación al comienzo generan mayor angustia en aquellas personas que rodean a quien los padece, aún más que al propio sujeto con dicha problemática.
En el caso de la anorexia, por ejemplo, sostener las conductas compensatorias en la mayoría de los casos es experimentado como logros que agregan valía a la persona. Saltarse una comida, ejercitarse de forma extenuante o cumplir con un consumo estricto de “x” cantidad de calorías, son metas a cumplir que no implican un conflicto subjetivo.
De manera muy común escuchamos que padres de familia y personas cercanas se alarman con razón frente a la pérdida importante de peso, a la rigidez de ciertos hábitos y la poca flexibilidad para llegar a ciertos acuerdos frente a estas conductas; acompañadas de una casi nula posibilidad de entablar una conversación con quien las lleva a cabo, pues “todo está bien”.
Sabemos que no es así y que algo debe hacerse para que quien moviliza su angustia a través de este tipo de soluciones pueda encontrar mejores maneras de enfrentarla.
En el curso de nuestro trabajo hemos atestiguado todo tipo de reacciones y métodos que quienes se preocupan, por sus hijas, hijos, amigos, compañeros o hermanos han llevado a cabo ante la desesperación de ofrecer una forma de alivio para el malestar que los aqueja, tanto a ellos como a los pacientes. Coerción, encierro, amenazas, internamiento, sometimiento, chantajes son muchas veces parte de lo que aquellos que quieren ayudar están dispuestos a hacer y dejarse hacer con tal de acceder a alguna forma de tratamiento. Probablemente la mayoría de las veces este tipo de acciones logre la llegada al tratamiento, pero también dificulte su permanencia porque la búsqueda de éste ha surgido de alguien más, no de quien tiene los síntomas.
Por ello desde la postura que la experiencia y trabajo decidido ha brindado a Tria, sabemos que una parte fundamental de ayudar a una persona con trastornos de alimentación es la escucha, principalmente la escucha acerca de qué se trata ese padecimiento para ese sujeto.
Esto brinda una claridad muy particular para poder plantear la estrategia de trabajo en cada ocasión, no sólo para los profesionales que tomen el caso; también para aquellas personas cercanas que desean ayudar.
La escucha singular respecto al valor que tienen los síntomas y conductas de un trastorno en particular marcan en muchas ocasiones la decisión respecto a qué profesional debe iniciar la consulta. En algunos casos, por ejemplo, en los cuales la preocupación obsesiva por el consumo de alimentos nubla cualquier otra posibilidad de reflexión, hace de la nutrición la mejor vía de entrada.
En familias donde los padres están muy angustiados respecto a la poca posibilidad que encuentran de negociación con sus hijos, la terapia familiar puede ser una forma de ir identificando la problemática de manera indirecta y menos persecutoria.
Y por supuesto en muchos casos la puerta de entrada es la terapia individual, a la que en ocasiones los sujetos acceden a regañadientes por mandato de alguien más. Esto puede representar un obstáculo, pero un profesional bien formado y con la orientación necesaria para cada caso, logrará traducirlo en un tratamiento pertinente.
Es por eso que ningún caso con el que trabajamos en Tria es igual a otro, pues cada uno se configura de manera singular y requiere que el equipo se posicione de manera particular ante él con la finalidad de ofrecer la mejor alternativa de intervención.
Aquí algunas ideas centrales que surgen como orientación para tener presentes cuando queremos ofrecer ayuda a alguien con una problemática de alimentación:
El acercamiento debe de ser pausado, de manera calmada, evitando la confrontación y juzgar a quien lo padece.
Tener presente que el acercamiento va en busca de comprender lo que le sucede al otro y entonces poder, juntos, construir una manera de tomar acciones frente a ello. Nunca asumir las razones por las cuales esa persona está haciendo lo que hace, no favorece el acercamiento, ni ayuda.
Ser pacientes en la forma en que puede ir manifestándose el avance. En un primer acercamiento quizá no logremos la aceptación de ir a un tratamiento, pero tal vez podamos hablar con menos tensión al respecto, lo cual irá liberando espacios para acercarnos a una forma de intervención profesional.
Si es padre de familia o tutor de un menor y encuentra muchas dificultades para poder acercarse a él, puede buscar una consulta sobre cómo manejar su propia angustia y de esta manera abrir nuevos canales para llevar a cabo un tratamiento a tiempo.
En el caso de que la persona con la problemática tenga un acercamiento y manifieste su malestar, es importante reaccionar de manera adecuada y sin sobresaltarse, escuchando que es lo que esa persona piensa que se debe hacer y buscar las alternativas adecuadas.
En Tria estamos siempre a disposición de encontrar la mejor estrategia para implementar un tratamiento y que éste tenga las mayores probabilidades de sostenerse hasta la recuperación del paciente y su entorno. Sabemos escuchar la demanda en cada caso y traducirla en una intervención en la que cada uno reciba lo que necesita en la medida necesaria y justa.