Es muy común que las personas piensen que alimentarse de forma saludable significa excluir de su dieta, postres, papas fritas y todos los alimentos que les encanta comer. Esta idea es bastante cuestionable, satisfacer esos antojos y preferencias a la hora de alimentarse puede incluir dulces y a veces alimentos que están categorizados como “no tan saludables”, el respetar esos deseos está bien ya que es una forma de mantener al cuerpo satisfecho y cubrir un gusto que va de la mano con el comer que es el placer.
Cuando haces una dieta es probable que se te antoje todo lo que te quitaron. Por ejemplo, el pan ¿te ha pasado?, y cuando decides no seguir con dicho plan de alimentación comes ese alimento, muchas veces con la sensación de perder el control; incluso puede ser que ni siquiera logres llevarlo a cabo y lo rompas, con una sensación de culpa y frustración por no haber logrado tu objetivo.
Por mucho tiempo nos han dicho que el sentir hambre está mal, nos han aconsejado un sin número de tips para “matarla, esconderla y no atenderla”, como si saciar el hambre fuera algo malo, esta es la razón por la que si estás llevando a cabo una dieta restrictiva es muy probable que termines abandonándola y recuperando el peso perdido.
Te recomendamos que te asesores con un profesional para tener una buena relación con la comida sin estigmas; modificar y ampliar algunos hábitos como el integrar la actividad física en tu vida diaria. También es importante que en ese proceso aprendas a reconocer las señales que tu cuerpo te está enviando, ubicar si es apetito o hambre y también identificar la saciedad; será más fácil, placentero y genuino que incluyas una rebanada de pastel en un cumpleaños o que disfrutes esa rebanada de pizza con tus amigos, las cuales encajan perfectamente en un plan de alimentación saludable.
Dejamos algunos consejos que te pueden ayudar: